Cuando al fin te quedaste aquí enraizada
en tus palabras comenzó a habitar
aire azul del uniforme y del mar
que bañó el cole en la infancia pasada.
Cuando al fin te quedaste aquí enraizada
nuestra vela comenzó a iluminar
comunión y tabla de multiplicar;
el Quijote y juventud prestada.
Cuando al fin te quedaste aquí conmigo
paso y palma hasta este único AHORA,
Roma, Lisboa, lo que es UN AMIGO;
mi mejor risa, hombro si mi alma llora;
de rosa amarilla asiste el testigo.
Y yo también me quedo, tejedora.
CruzadoC
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