miércoles, 19 de febrero de 2020

NAVIDAD 2019-2020. A MI ABUELA





Pasa el primer otoño sin tus besos,
llega la navidad de mi silencio.
Viene un tiempo nuevo y lo presencio:
te llevaste el amor de los excesos.

Suelos de diciembre de hojas impresos.
Y una hoja es la tuya:me conciencio.
Te hiciste abuela. O vieja. Diferencio.
Chimeneas apagadas. Procesos.

El golpe de gracia para mi infancia
que aún pululaba cada navidad
al recuperar esa caja rancia

llena de espumillón y de soledad.
La muerte te pone de mí a distancia.
En nochebuena recordad, recordad.

CruzadoC

A mi abuela y a mis hijos

MARRAKECH



Vuelo directo desde Santander y choque cultural en cuanto aterrizamos en Marrakech. Elias Canneti en su libro" Voces de Marrakech" dice que cuando viajamos lo aceptamos todo, la indignación la dejamos en casa. Y así debe ser para que las aventuras más sub realistas resulten hasta divertidas. Este fue el caso al tratar de coger un taxi que nos llevara desde el aeropuerto de Menara al hotel en el centro de la ciudad.

PRIMER DÍA
Como siempre la opción más recomendable es hacer un free tour que te permita conocer la historia del lugar que visitas. Y así fue como partimos desde la preciosa Mezquita Koutibia. El minarete es el símbolo y punto de referencia de la ciudad y, sin duda, el monumento más representativo. Fue terminado en el reinado del califa Al- Mansur  en 1199.El nombre de la mezquita, que literalmente quiere decir «la de los libreros» (kutub en árabe es «libros») hace referencia a la presencia del zoco de vendedores de libros que se desarrollaba en sus alrededores con más de cien puestos. En Marruecos no se puede entrar a las Mezquitas a no ser que seas musulmán , así que tuvimos que conformarnos con verla desde fuera y aprender las distintas explicaciones acerca de sus tres cúpulas doradas, una sobre otra, que representan las tres etapas de la vida, manzanas las llaman allí.


Después de ver sobrevolar a las palomas a nuestro alrededor caminamos por la parte trasera de la Koutibia viendo las ruinas de la mezquita original hasta llegar a  la maravillosa  puerta de entrada a la Medina, Bag Agnaou, del siglo XII, la única puerta sin restaurar cuyo nombre hace referencia a los no bereberes. Una vez dentro nos dejamos acoger por los distintos puestos y la continua conversación de sus gentes hasta plantarnos delante de la Mequita Kasbah, que se reconoce por su color azul celeste y recuerda tanto a las mezquitas de Rabat. Una curiosidad es que no se encuentra correctamente ubicada en dirección a la Meca.

Muy cerca las tumbas Saadis donde descansan los restos de Al Almansur y su familia. Desde allí caminando por el barrio judío llegamos a la que sin duda fue mi visita favorita: el Palacio Bahía donde dicen que se casó el poder con el amor, pues el visir Ahmed ben Moussa lo mandó construir  para la más amada de todas sus esposas, Zayra. Este hombre quería vivir la vida más eterna posible, por eso mandó escribir en las cenefas que adornaban algunas habitaciones del palacio las palabras " salud permanente". Lo más bonito es, sin duda, el patio central donde acaba la visita.





Antes de comer estuvimos en  la cooperativa de mujeres "Al Farabi" ( Derb hammam nº 76 Kasbah), en la medina, comprando distintas pócimas naturales para el insomnio o el asma, además del famoso delineador de ojos que usan las bereberes en el desierto para evitar infecciones provocadas por la arena o los pintalabios mágicos.

Nuestra primera comida fue un riquísimo tajín de pollo en plena plaza Jenaa el Fna que fue mágicamente interrumpido cunado a las tres de la tarde escuchamos la llamada  a la oración que nos puso en marcha hacia el Zoco. No compré absolutamente nada, pero disfruté como una enana entre sus callejuelas, sus tiendas de lámparas, alfombras o bisutería.



Por la noche nos recomendaron un restaurante cerca del hotel, Faissan, donde nos deleitamos con unas cervezas "Casablanca", otro tajín y un pastel de carne que solamente los marroquíes saben preparar.




SEGUNDO DÍA
La segunda y última mañana la pasamos haciendo cola y visitando los jardines Majorelle, que
en un principio sirvieron al pintor Jacques Majorelle como fuente de inspiración, pero en 1947 se abrieron al público en general.. Desde 1980, los Jardines de Majorelle son propiedad de Yves Saint Laurent.


Comimos esta vez en el Zeitum café, también en plena plaza Jnaa el Fna, una ensalada y unos exquisitos triángulos rellenos de cordero y de queso y tomamos un té de menta viendo el atardecer en el llamado café balcón Glacier, que tiene las mejores vistas a la plaza. ¡Y a la salida un último paseo por el zoco  un tatuaje de henna!







Por la tarde nos arreglamos para entrar en la cafetería  restaurante de La Mamounia, sin palabras. Uno comprende, estando aquí,  a Wiston Churchill cuando decía que todo viajero debía pasear por los jardines de la Mamounia.


De allí directas a una cena despedida con espectáculo de danza del vientre incluido donde además de degustar una copiosa cena típica nuestros ojos se perdieron en las vistas que la terraza de "le Marrakchi" ( 52,rue des Banques) tiene a la Medina.


Nos quedamos con ganas de visitar los jardines de Menara, pero un fin de semana no dio para más. Habrá que regresar.