miércoles, 27 de septiembre de 2017

AMSTERDAM

 
 
 
 
 
Viajar a Amsterdam era un sueño largamente prorrogado, hemos tardado mucho en visitarla, siempre surgían otros viajes, otros vuelos, otras oportunidades, pero a principios de este año sacamos los billetes para que este septiembre no hubiese vuelta atrás. M;uchos meses acumulando información e ilusión para emprender esta corta escapada, como lo son todas las que ahora nos podemos permitir. Pero lo bueno, si breve, dos veces bueno.

PRIMER DÍA

Tuvimos mucha suerte con nuestro vuelo que llegaba a mediodía dejándonos la tarde del jueves para tomar contacto con la ciudad. Del hotel al que llegábamos directas a través de la línea 13 nos tiramos a la plaza Dam, el centro histórico de Amsterdam, y al palacio Real, un paseo por los canales, unas fotos con las viejas bicicletas apoyadas en las barandillas de los míticos puentes y una esperanza: la casa de Anne Frank, para la que se recomienda encarecidamente tener entradas sacadas con anterioridad, cosa que no pudimos hacer porque en la web estaban agotadas desde dos meses atrás, así que caminamos atravesando las nueve calles hasta llegar a la Westerkerk, la iglesia junto al "escondite" de Anne y su familia. Allí nos pusimos a la cola que, milagrosamente, avanzó tan deprisa que en media hora y, mientras escuchábamos replicar las campanas que tanto compañía le hacían a Anne, ya estábamos dentro de la Casa Museo. Hay que haberse leído su diario para entender la visita y sentir lo que yo sentí: crujir el suelo que pisábamos sólo iluminado por una bombilla para simular las condiciones en las que vivió Anne Frank, como crujir la historia de la humanidad y la de uno propio que, como dice el padre de Anne, Otto Frank, se pregunta quien salvar  a los judíos en caso de otro Holocausto. Todo culmina en las estrechas escaleras que conducen a la falsa biblioteca que, una vez girada, deja al descubierto el escondite de atrás con sus dependencias. Allí sientes el Diario y te haces amiga real de Anne mientras buscas locamente el desván donde esa niña de catorce años se enamoró de un chico de dieciséis, Peter. No se puede acceder a él, pero a través de un cristal se ve este lugar mágico y la ventana desde la que los dos miraban un mundo en libertad que ya nunca conocerían.
 
 

Tras esta visita cenamos en uno de los famosos cafés marrones de Ámsterdam para coger fuerzas para el día siguiente.
 
SEGUNDO DÍA
 
Esta vez con entradas reservadas nos dirigimos bajo la lluvia, compañera casi segura en Amsterdam, al museo Van Gogh donde lógicamente no se pueden hacer fotos. Sólo tengo una con una réplica de un  retrato de él que había en los pasillos y que si estaba permitido retratar. La visita es espectacular y la organización del Museo intachable, empezando por el audio guía y terminando por el guarda ropa. Pensábamos dedicarle una hora y media- que es el tiempo medio recomendado- y estuvimos cuatro. Tuvo  mucho que ver, como anticipaba, la audio guía en castellano que explicaba cuadro por cuadro todo lo que había detrás de cada uno. Además de los manidos girasoles, me encantó el retrato de un niño que me recordó a mi hijo, la serie referida a los campesinos, las sillas de Van Gogh y Gauguin o  el Puente de Langlois. Con todo, lo que más me emocionó, fueron las citas del autor que sobre algunas obras iba reproduciendo el audio guía :
- "Unos buscan a Dios en un libro ( la Biblia), yo lo hago en una pintura"
 " Contemplar las estrellas siempre eme hace soñar de la misma sencilla manera que los puntos de un mapa me hacen imaginar pueblos y ciudades"
" La forma de entender la vida es amar muchas cosas"
La disposición de la tienda del museo es un espectáculo y una oportunidad de hacerse con una reproducción de alguna de sus obras como recuerdo. Larga vida a Van Gogh
 
 
A la hora de la comida probamos unas deliciosas croquet, unas bolas de carne típicas de Holanda y un queso del que aún guardo el sabor en el paladar, "Old Amsterdam". Cualquier de estas cosas resulta fácil de encontrar en alguna pequeña tabernilla o café alejándose un poco de la plaza Dam para no caer en precios turísticos y platos precocinados. Por la tarde visitamos alguna de las boutiques de las nueve calles, famosa zona de compras conocida por ser el lugar donde las firmas holandeses extienden su imperio y donde puedes encontrar desde una tienda que más bien parece un rastro con botas de piel grabadas con dibujos de serpientes frecuentada por una vieja mujer de pelo entre morado y rojo hasta auténticas tiendas de lujo de diseñadores vanguardistas. Desde allí al Madam Tussauds, el museo de cera y rumbo al famoso Barrio Rojo. Allí la vorágine de turistas, los escaparates con las prostitutas y el tremendo bullicio hizo que se nos olvidara hasta hacer fotos. Toda una experiencia que te hace meditar sobre los beneficios de la legalización del oficio más antiguo del mundo, igual que sobre la de las drogas blandas. Yo no sé si la regulación legislativa será buena o no en ambos casos, pero desde luego es mucho mejor que la que tenemos en España. Sólo la higiene de las prostitutas, su alta como autónomas ; o  sólo el hecho de que en Ámsterdam se consuma diez veces menos marihuana y cannabis  que en el resto de Europa así lo demuestran.
 
Y del Barrio Rojo directamente a cenar en el restaurante situado en la azotea de nuestro hotel, el Ramada Apollo, desde donde teníamos unas vistas que no podíamos dejar que se perdieran junto a un buen gin tonic. Y a descansar para el free tour de la mañana siguiente.
 
 
TERCER DÍA
 
Una opción que yo he descubierto hace poco y que tienen muchas ciudades son los free tour, se trata de un tour guiado en tu idioma  por la ciudad que valoras económicamente al final según lo mucho o poco que te hay gustado o la utilidad que te haya reportado. Allá que nos fuimos a la plaza Dam desde nos explicaron como nació esta ciudad en cuyo dique ( Dam) confluía el río Amstel, de ahí Amsteldam y finalmente Ámsterdam. Nos señalaron el Palacio Real, aunque el actual rey Guillermo y Máxima Zorreguieta no viven en él y  la Nieeuwe Kerk o Iglesia nueva donde se casaron los reyes. Nos comentaron en como en Holanda las iglesias no reciben subvenciones estatales - ni católicas ni protestantes-de modo y manera que tienen que subvencionarse como pueden. Y como pueden es como pueden. Por ejemplo, en este caso la Iglesia Católica lo hace hasta vendiendo semillas de marihuana, un dato sorprendente sobre todo para los más religiosos. Nunca te acostarás sin saber una cosa más. Después nos llevaron al Barrio Rojo donde está el templo budista, que la reina regaló a la comunidad asiática en agradecimiento a su labor en Ámsterdam; la Oude Kerk o Iglesia vieja construida ladrillo a ladrillo y poco a poco con el dinero que iba obteniéndose de los bolsillos de los  marineros por "pecar" con las prostitutas del barrio en el que se sitúa  a cambio  del "perdón" de la Iglesia. Desde allí fuimos al lugar donde se practicó la primera autopsia pública, en 1632, la cofradía de cirujanos de Ámsterdam, que tan bien retrató Rembrandt en su famoso cuadro, " lección de Anatomía.

A su lado el Mercado diario y los canales, amigos que te rodean durante toda la estancia.





 
Un poco más abajo el edificio donde nació el capitalismo a través de la creación por parte de estos mismos marineros de la Sociedad Anónima, de las acciones,  de manera que si un barco se hundía no era su propietario el que quedaba totalmente arruinado de por vida. Aquí descubrí que la propia Manhattan fue inicialmente , no New York-como hoy la conocemos- sino New Ámsterdam.
 

 Placas en el suelo del barrio judío iguales a las de Berlín con el nombre y fecha de asesinato de los judíos que fueron llevados desde Ámsterdam a campos de concentración.

Y prácticamente terminamos el tour en un sitio maravilloso y creo que poco conocido, un pequeño paraíso escondido: Begijnhof. La casa de las Beginas, mujeres solteras  que fundaron una congregación  católica dedicada a la ayuda a los necesitados , pero libres de mantener su riqueza y de marcharse para casarse cuando quisieran. En la  época  medieval, siglo XV, fueron tomadas por brujas y asesinadas arrojándolas al agua con bolsas llenas de gatos. Hoy, una vez muerta la última begina, este centro se ha convertido en un remanso de paz que acoge a las mujeres maltratadas o en la indigencia y para cuyo ingreso hay una lista de espera  de años. Su interior alberga una pequeña iglesia con sorpresa para los españoles: allí fue donde Paco de Lucía huyó para casarse con la hija del general Varela, Casilda Varela, en los años setenta.

Antes de entrar a la casa de las Beginas, nos encontramos con el Museo histórico cuya entrada esta presidida por una maravillosa obra que  la artista holandesa Bárbara Broekman creó en 2012. En  el registro de Amsterdam hay inscritas 180 de las 220 nacionalidades que existen y en este tapiz se recogen a modo de patckwork cada una de ellas. España está representada con el mantón de manila y a ella le acompaña el siguiente texto: " Mi ciudad, una fiesta de la diversidad". Son cosas que sólo descubres con guías como el nuestro.

 
Y nuestra última tarde la dedicamos al mercadillo Albert Cuyp, que en mis investigaciones previas al viaje se me había  aparecido como un lugar donde podría  encontrar telas interesantes. Pero no sólo telas, había puestos callejeros de todo tipo, así como de alimentación y bares y cafeterías. Allí hicimos  nuestras compras finales, comimos y pasamos una tarde como las de Candem Town en Londres cuando aquello no se había convertido todavía  en un gigante bazar chino. Espero que no le pase lo mismo al Albert Cuyp de la vieja Ámsterdam.
 



 Rematamos la jugada con un postre muy típico consistente en dos capas de barquillo redondas separadas por otra de caramelo: strudel, delicioso.
 
Del Albert Cuyp a un último paseo por los canales ....
 

 Nos faltaron muchas cosas por ver, el Museo Rembrandt la que más  me pesó, me hubiera hecho falta un día más la menos, así que habrá  que volver. Me quedo con una frase de nuestro guía:" Ámsterdam es una ciudad que siempre ha acogido a los perseguidos y refugiados, los sigue acogiendo y los acogerá siempre"  
 
CruzadoC



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