lunes, 30 de julio de 2018

LONDRES

 
Hace ya más de dos semanas que regresamos de Londres, pero, como siempre, me gusta contar mi experiencia de viaje en un blog que, más allá de servir o no a alguien, es como mi diario personal. El viaje era un regalo que tenía  muchas ganas de hacer a una de mis personas favoritas y, aunque tuvimos que sufrir los retrasos de ryaner, al final todo salió bien y pasamos un fin de semana largo en la ciudad de "The Crown", la última serie de la que me he enamorado y que me dio la idea de volver a Londres, una vieja conocida a la que visito más o menos cada tres o cuatro años.
 
PRIMER DÍA   
 
Como viajeros que nunca dejaremos de ser por mucho que sea la cuarta, quinta os sexta vez que visitamos la misma ciudad, el viernes por la mañana animados por la ola de calor que adornó Londres esos días nos fuimos a visitar el Parlamento, el Big Ben, la abadía Westminster y  Buckingham Palace. Los primeros estaban en obras, así que no los pudimos gozar como merecían, pero no importó porque muy cerca descubrí una estatua que en mis anteriores viajes había pasado desapercibida: la de Wiston Churchill. Antes de viajar estuve leyendo mucho sobre este personaje cuya oratoria mantuvo el ánimo de los ingleses en los duros momentos de la Segunda Guerra Mundial. "No nos rendiremos jamás. Hitler sabe que tendrá que rompernos en esta isla o perder la guerra-decía-. Si somos capaces de enfrentarnos a él, toda Europa será liberada y la vida del mundo avanzará hacia las tierras altas, extensas e iluminadas por el sol. Pero si fallamos el mundo entero se hundirá en el abismo. Si el Imperio Británico y su Commonwealth perduran por mil años, los hombres seguirán diciendo: Ésa fue su mejor hora"
 
 




 
A mediodía rumbo a Covent Garden donde sus puestecitos y sus terrazas invitaban a ser feliz simplemente con una cerveza en la mano.
 
Después de comer y de algunas compras en Carnaby Street, tres caprichos: el bar Italia, Baker Street donde se encuentra la casa de mi querido Sherlock Holmes y Abey Road, el famoso paso de cebra de la portada de los Beatles. Yo no había pisado ninguno de estos tres sitios en mis anteriores veces en Londres, lo que demuestra lo distintos que pueden ser los mismos viajes.


 Y al atardecer un paseo por Tower Bridge, que se encontraba muy cerca de nuestro hotel , antes de cenar.

SEGUNDO DÍA
Empezar un sábado haciendo yoga en un rascacielos con vistas a toda la city, en compañía de alguien que se preocupó de adaptarse a mis gustos y un desayuno detox fue una experiencia que no se me va a olvidar nunca nunca.
 



Notight Hill y Portobello Road nos esperaban. Mi barrio favorito de la ciudad y el mejor mercadillo del mundo que  yo he conocido( con el permiso de El Gran Bazar de Estambul). No exagero si digo que, desde la última vez que lo pisé, me moría de ganas por volver a perderme entre sus preciosas y coloridas calles. En él, al final de todo y por casualidad, en una tiendita turca encontré una maravilla de telas, que ni iba buscando, ni se me pasó por la imaginación que pudiera haber en Portobello. Pero así son los viajes. Otro tesoro.

 
Por la tarde teníamos entradas para ver a Noel Gallagher en Greenwich Village, otra zona que tampoco conocía. Mi primera sorpresa al bajar del metro es que me encontré con un barrio parecido a un pueblo marítimo, la segunda ver el Cutty Sark atracado allí como si nada y la última el maravilloso entorno que rodeaba el festival: el museo naval. El día 7 de julio había sido un éxito: misión cumplida. All you need is love.



 

 
TERCER Y ÚLTIMO DÍA
Despedida. Nos deleitamos en el desayuno y en las vistas desde la terraza del hotel. Pero todavía nos quedaba una mañana y la aprovechamos para pasear tranquilos por Regent Street.


 Hasta dentro unos años, London. Volveremos

CruzadoC

1 comentario:

Maria dijo...

Da gusto verte, y leerte