Retomar viejas costumbres para ser
jóvenes otra vez, también eternos
como el mar en movimientos alternos;
y navegar para dejar el ayer
donde habría siempre de permanecer.
A proa se divisan los inviernos
y mirando atrás podemos perdernos.
El destino ni siquiera está por ver.
Es el himno de un poema cualquiera:
mis palabras, esta foto en libertad
cuando he roto juicios y la bandera
que te colorea de la identidad.
"Navega, velero mío", en presente
porque tenemos la posibilidad.
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